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Qué es el Aprendizaje Socioemocional y cómo propiciarlo desde el hogar


Durante esta pandemia, son diversas las dificultades a las que las familias se han visto enfrentadas; desde madres, padres y cuidadores esforzándose por cumplir con las exigencias del teletrabajo, las tareas del hogar, el aprendizaje de hijos/as hasta el enfrentamiento de la incertidumbre propias de la situación sanitaria. Tales dificultades tienen un impacto directo en las relaciones entre los integrantes del grupo familiar y coartan en muchas ocasiones la posibilidad de enfrentar de mejor manera complicaciones cotidianas que antes no parecían generar mayores dificultades. Así, los niveles de estrés son altos y a momentos pareciera ser insostenible vivir de este modo, sobretodo cuando como padres necesitamos “rendir” y de alguna forma, ejercer roles que antes quedaban delegados en otros, como el colegio.

Con los niños, niñas y jóvenes en casa y los cuidadores agobiados por las diversas exigencias durante la pandemia es que se torna evidente la necesidad de avanzar en el aprendizaje socioemocional. De hecho, Educación 2020 (2020) plantea que “si hacemos un zoom a las manifestaciones emocionales de niños, niñas y jóvenes: los resultados revelan que el 63% se siente aburrido (a), un 41% ansioso/a o estresado/a y sólo un 3% se siente “feliz” estando en casa”. Aprender a identificar las emociones y gestionarlas, puede ser uno de los grandes aprendizajes de este periodo”. Para ello es importante considerar que el manejo de lo socioemocional es un tema complejo, sobretodo para el mundo adulto, que no necesariamente tiene las herramientas para identificar y regular sus propias emociones y ejercer su rol educador en este nuevo contexto. Pero, ¿qué es el aprendizaje socioemocional (ASE)?

El Aprendizaje Socioemocional (ASE) es definido por Felipe Lecannelier (2020), Doctor en Psicología y experto en apego, como una serie de capacidades sociales y emocionales que le permiten a niños, niñas y jóvenes convivir, relacionarse y colaborar con los otros y con uno mismo. Incluye competencias de expresar, comprender y regular las emociones en contextos socialmente significativos, lo que a su vez implica el desarrollo de una serie de competencias sociales indispensables para convivencia: empatía, respeto y valoración por los otros, cooperación, resolución de conflictos, autoconocimiento, respeto por los otros y los objetos, etc.

Desde esta mirada, la evidencia apunta al hecho de que así como es imprescindible que un niño aprenda a leer y escribir, es igualmente importante que aprenda algún tipo de alfabetización emocional que lo prepare para la vida en comunidad. El ASE en este sentido, permitiría mitigar las fuertes respuestas emocionales que provocan las crisis, además de favorecer conductas que ayudan a abordar situaciones estresantes, como esta pandemia, con más calma y regulación.


Como modo de apoyar y orientar a los adultos y cuidadores en esta temática, aquí entregamos algunas sugerencias:


1. Controlar niveles de estrés y volver a conectarnos con nuestros hijos/as


Es comprensible que con todas las obligaciones y exigencias que conlleva la vida durante la pandemia, todos mantengamos altos niveles de estrés. No obstante, es importante monitorearlo, esto es: detectar sus desencadenantes e identificar sus efectos tanto a nivel personal como en la dinámica familiar. De esta manera, podremos regularlo de una manera más efectiva, especialmente evitando transmitir demasiada ansiedad a nuestros hijos/as. Los niños están constantemente observándonos e imitan nuestros comportamientos y formas de afrontamiento, por lo tanto si bien es difícil evitar estas emociones, sí podemos mostrarles formas saludables de manejarlas. Igualmente, existen diversas estrategias para enfrentar el estrés, incluso con nuestros hijos/as, por ejemplo: tomarse un tiempo para hacer ejercicios de respiración, practicar mindufulness o yoga, escribir o dibujar juntos. Lo importante, es que los adultos aprovechemos este tiempo para poder reconectarnos con el mundo de nuestros hijos/as, aprendiendo desde la experiencia cómo manejar de mejor manera estas emociones angustiantes y transmitir estas nuevas estrategias a nuestros hijos/as.



2. Mantener y fortalecer la comunicación


Los momentos de diálogo y atención con los/las niños/as son clave en la educación socioemocional. Mantener continuamente estos momentos permite saber con profundidad cómo se sienten nuestros hijos/as, qué les afecta, cómo están viviendo este periodo; no desde un interrogatorio sino como un espacio de escucha atenta y genuina; escuchar los que responden y repreguntar. No se requiere de mayores habilidades ni de mucho tiempo, basta con 10 minutos de escuchar sobre los sentimientos, las experiencias, emociones de los niños, niñas y jóvenes; es en estos contextos complejos donde es fundamental conectarse con uno mismo, ponerle nombre a eso que siento (con ayuda de los adultos) y trasmitirlo para ser escuchado por otro.


3. Cumplir con un horario flexible


Frente a la enorme incertidumbre que nos rodea, es importante otorgarles cierta estructura a los niños, niñas y jóvenes. Tres rutinas fundamentales para mantener considerando siempre la flexibilidad en su aplicación son:

  • RUTINAS DE SUEÑO, es importante dormir lo suficiente y asegurarse sobretodo que nuestros hijos/as se levanten a una hora adecuada y no se acuesten tarde.

  • COMIDAS, mantener los horarios habituales de las comidas principales y privilegiar alimentación saludable.

  • EJERCICIO, como la gran mayoría de las familias vive en departamentos, es importante buscar rutinas de ejercicio (baile, acondicionamiento físico, pilates u otro) que puedan realizar en familia.


4. Enseñar nuevas habilidades para la vida, no sólo académicas


La mejor manera de garantizar el bienestar general de los padres/cuidadores y sus hijos/as es simplemente estar presentes y vivir esta experiencia juntos, a pesar de todas las dificultades y exigencias. Estas vivencias marcarán a los niños, niñas y jóvenes durante toda su vida y es importante asegurar que tengan buenos recuerdos.

En estos momentos es cuando es primordial la flexibilidad, no tener miedo de dejar los libros y el trabajo por un momento y centrase en el modelaje en tareas sencillas frente a los hijos/as, por ejemplo: así es como organizo mi día cuando tengo muchas cosas que hacer, hago una lista, priorizo, etc. De esta manera, si los adultos adoptan nuevos enfoques de aprendizaje es probable que los niños/as y jóvenes aprovechen más el tiempo en casa, centrándose en las habilidades prácticas de la vida y pasando tiempo de calidad juntos.


5. Promover el juego como espacio para entender las emociones


Las instancias de juego suponen mucho más que pasar un rato divirtiéndose; el juego es el medio a través del cual niños y niñas socializan, expresan y comunican su mundo interno, transformándose en un escenario ideal para aprender, poner en práctica habilidades sociales y resolver conflictos. El juego con los hijos es la instancia para ayudarlos a desarrollar estas habilidades, mediar conflicto, lidiar con la frustración o simplemente aprovechar el tiempo para comunicarse.



6. Autocuidado


Cuidar de uno mismo es esencial cuando se está a cargo del cuidado de otros, por ello es relevante cuidar nuestro bienestar físico y sobretodo emocional. En este sentido buscar algún momento del día donde poder conectarse con uno mismo, hacer algo que nos guste o simplemente sentarse y respirar. Al propiciar estos momentos, priorizamos también las necesidades personales, permitiéndonos ser amables con nosotros mismos y atendiendo nuestras propias angustias, lo que nos ayudará a retomar fuerzas para garantizar el cuidado respetuoso con nuestros hijos/as, manteniendo siempre expectativas realistas sobre lo que podemos y lo que no podemos manejar.


Referencias e inspiración para este artículo:

Imágenes recuperadas de pinterest.com

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