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Ps. Francisca González Andrade

Procrastinación: La pandemia silenciosa























La procrastinación no es solo una palabra difícil de pronunciar, también se ha vuelto un nuevo

problema que aqueja de forma silenciosa a cientos de personas. Por su mismo carácter de

padecimiento en solitario, es un fenómeno que si bien está bastante presente en nuestra sociedad

actual también pasa desapercibido. En la cotidianeidad, suele confundirse con la flojera, pero la

verdad es que debajo de esta aparente conducta operan procesos más complejos a los cuales hay

que atender. Esto mismo ha llevado a un estudio más minucioso y riguroso del mismo, el cual ha

llevado a identificar diversos motivos por el cual se atraviesa un estado de procrastinación, así

como distintas formas de experienciarlo.


¿Qué es la procrastinación? Entendiendo su complejidad


En palabras simples, la procrastinación se puede definir como el aplazamiento voluntario de una actividad

para la cual tenemos una fecha límite (Quant & Sánchez, 2012). Como tal, también se enmarca dentro de los patrones de comportamiento problemáticos en cuanto acarrea diversas consecuencias negativas para la

persona, entre ellas culpa, fatiga, estrés, sentimientos de incapacidad, entre otros.

Por su amplitud, es un comportamiento frente al cual podemos todos/as identificarnos en algún

punto de nuestras vidas, pero se debe prestar atención cuando se presenta de manera crónica,

puesto que es una estrategia de resolución de problemas inadecuada para cumplir nuestras

tareas.


Dentro las categorías identificadas, se presenta la procrastinación académica como el fenómeno

más frecuente esto debido a ser una experiencia muy popularizada entre los/as estudiantes escolares

como universitarios/as. A pesar de esto, podemos encontrar procrastinación en cualquier obligación y

responsabilidad que se tenga, por lo cual afecta la vida doméstica, de pareja, los hábitos y normas,

entre otras (Atalaya & García, 2019).


Si bien en un principio partimos definiendo la procrastinación como un actuar voluntario del/a individuo/a,

al revisar el modo de operar de esta podemos debatir la voluntariedad de la misma. No siempre la

persona querrá posponer sus responsabilidades, habrá ocasiones en donde se verá sobrepasado/a y

no tendrá las herramientas ni la energía como para realizarlas, así mismo como un proceso de

olvido de las mismas, puesto que prefiere no recordar a cada momento todo aquello que no ha

realizado. Por lo mismo, debe considerarse como un problema de autorregulación a nivel emocional y

conductual del/a sujeto/a, el cual trae consigo sumas de sufrimiento subjetivo (Diaz, 2019). Para entender la

operación a la base y su cronicidad de la procrastinación, se revisará el siguiente apartado.


¿Cómo ocurre la procrastinación? Sufrir al evitar el dolor.























Una de los principales factores comunes que se presenta en la procrastinación, es la preferencia

por parte de la persona a realizar actividades a corto plazo le representen placer en vez de tareas

a largo plazo que implican un mayor esfuerzo (Atalaya & García, 2019). Así mismo, se ha propuesto este proceso como una consecuencia de nuestra época en cuanto se enmarca en una cultura de la inmediatez que espera

obtener resultados de manera pronta, sumado a una baja tolerancia a la frustración.


La procrastinación debe ser entendida como un patrón de comportamiento del tipo circular,

también conocidos popularmente como circulo vicioso. Para dar a entender mejor este punto, se

realizará a través la explicación por ejemplo, en la cual nos centraremos en el caso de un

estudiante que debe entregar un informe:


Durante el tiempo pre-actividad, el estudiante tiene conocimiento de que debe realizar

una actividad, pero por el desafío que representa es que decide (voluntariamente o no)

aplazar su realización lo más próxima a la fecha de entrega.


El día antes de la entrega entra en desesperación por no haber realizado nada durante

todo este tiempo, por lo cual sin dar espacio a los cuestionamientos, decide trabajar toda

la noche en ello.


Mientras trabaja y logra avances, se debe enfrentar a sentimientos de culpa o

arrepentimiento, pensamientos del tipo “¿Por qué no hice esto antes? ¿Por qué dejo

siempre todo a última hora? “Es demasiado, no estoy capacitado para hacer todo esto

solo”. Pensamientos que por la prisa, debe ignorar a la fuerza puesto que no le permiten

avanzar, por lo cual son invisibilizados por la persona.


El informe es realizado, pero significó no dormir, comer inadecuadamente o estar de mal

humor, pero son factores que tenía contemplado y que omite puesto que logró su

objetivo. De esto la persona saca una lección, a pesar de todo el cansancio puedo seguir

siendo responsable en cuanto logré hacer mi propósito.


Respecto al resultado, pueden ocurrir tres posibilidades: Aprueba exitosamente, lo cual

genera un sentimiento de falso alivio (“soy capaz a pesar de todo”); aprueba de manera

regular, generando indiferencia o resignación (“es lo que gano por hacer todo a último

momento”) o; reprueba, siendo insuficiente su desempeño lo cual deriva en culpa (“sabía

que no era capaz para esto”).


Más allá de los tres caminos, la actitud para enfrentar un nuevo desafío no cambia, puesto

que ya se aprendió que era posible sin importar los efectos secundarios o, en el peor de

los casos, se cae en una desesperanza aprendida en cuanto no importa el esfuerzo puesto

que el resultado será el mismo.


De esta forma, el ciclo se repite cada vez que se presenta una obligación con tiempo límite, puesto

que cada fase y comportamiento retroalimenta a la anterior. Es usual que las personas se sientan

atrapadas o a la deriva, percibiendo que han perdido el control de sus acciones lo cual lleva a

realizar cada vez el menor esfuerzo.


Ya en este punto, hay que destacar que en ningún momento se ha hablado de la capacidad o

herramientas que tengan las personas para afrontar los desafíos, sino que la procrastinación opera a nivel de las percepciones. Es decir, no importa lo capaz que sea para una actividad sino lo capaz que me sienta yo para poder realizarla. La procrastinación en último punto, nos pone de manifiesto a nosotros/as mismos/as puesto que nos

vemos enrostrados con nuestro autoconcepto y nuestros temores. Es una forma de encuentro con

nosotros/as mismos/as displacentera ya que despierta sentimientos de ineficacia.


Por lo mismo, factores que permiten la permanencia en el tiempo de esta inadecuada estrategia

son los siguientes: depresión, ansiedad, autoestima baja, déficit de autocontrol, inadecuada

gestión de las emociones, comportamientos desorganizados o de perfeccionamiento, impulsividad, entre otros (Quant & Sánchez, 2012).


¿Qué podemos hacer? Encuentro con uno/a mismo/a



















Tal como se ha tratado, la procrastinación es un proceso complejo y que exige autoconocimiento

para entender la forma en que opera en nosotros/as, por su mismo carácter de singularidad las

formas para poder superarlo, también implican que no haya una receta universal. Esto no debe leerse como una señal pesimista, sino como una invitación a darnos una oportunidad para experimentar y probar lo que más nos acomoda y nos hace sentido. Por lo mismo, se procederá a enlistar una serie de actividades y rutinas que pueden ser de utilidad, las cuales cuentan con un margen de flexibilidad para adecuarlas a nuestro contexto:


1) Organizar rutinas y hábitos: Mantener un orden, una agenda y una rutina nos permitirá tener

una sensación de control de las situaciones, además de poder distribuir mejor nuestro tiempo sin

que esto implique una sobrecarga. Por lo mismo, se recomienda tener una pizarra, una agenda o

incluso el uso de aplicaciones y páginas web (tales como notion), para poder organizar de manera

visual lo pendiente para la semana.


2) Metas pequeñas, resultados grandes: Uno de los principales problemas es querer resolver todo

lo problemático de una vez, para afrontar esto se propone que las tareas sean divididas en

pequeñas tareas que sean de fácil resolución. De esta manera, podremos avanzar de manera en

nuestro objetivo a la vez que aumenta nuestra sensación de logro y dominio. Para proyectos de

largo plazo, se recomienda incluso realizar alguna especie de gráfico en el cual se grafique el

porcentaje de avance en la actividad.


3) Propiciar un espacio cómodo: Como realizamos tareas que no siempre son de nuestro agrado,

el mantener nuestra mente y atención en ellas representa un esfuerzo mental que puede ser

desgastante. Por lo mismo, se debe generar un ambiente y espacio cómodo y que nos libre lo

máximo posible de las distracciones. Por ejemplo si se estudiará para una prueba, se recomienda

que se tenga todo los implementos necesario a la mano (apuntes, lápices, post-it, botella de agua,

entre otros) para evitar interrupciones innecesarias que entorpezcan nuestro desempeño.


4) Tenernos paciencia: Dentro de los consejos del área emocional, el tenernos paciencia es un

factor clave a tener en consideración en todo momento. Enfrentarnos a situaciones complejas

puede despertar sentimientos de inferioridad, incapacidad o de culpa, por lo cual es importante

darnos un espacio a nosotros/as. Repetirnos que estamos realizando algo importante y que es

probable que fallemos y que no resulte todo en el primer intento, pero ello no debe

desmotivarnos sino entender que es parte del proceso de lograr un resultado exitoso.


5) Pedir ayuda: Querer resolver todo de manera individual puede significar altos montos de

desgaste y ansiedad, frente a ello pedir ayuda no es sinónimo de debilidad sino de madurez para

resolver nuestros problemas. Por los mismos estigmas respecto a la flojera, solicitar apoyo implica

una doble barrera para cumplir nuestras metas, pero esto no debe desviar nuestra atención. Pedir

ayuda no implica que no tengamos las habilidades necesarias para realizar un determinado

objetivo, sino que en vista del contexto y de nuestra salud mental se prioriza métodos y vías que

nos sean más fáciles y de utilidad a largo plazo.


Referencias:


Atalaya, Laureano C. y García, Ampudia L. (2019). Procrastinación: Revisión Teórica. Revista de Investigación en Psicología 22(2), 363 - 378. DOI: http://dx.doi.org/10.15381/rinvp.v22i2.17435


Diaz, Morales, J.F. (2019). Procrastinación: Una Revisión de su Medida y sus Correlatos. Revista Iberoamericana de Diagnóstico y Evaluación – e Avaliação Psicológica 51(2), 43-60. DOI: https://doi.org10.21865/RIDEP51.2.04


Quant, D. M y Sánchez, A. (2012). Procrastinación, procrastinación académica. Concepto e implicaciones. Revista Vanguardia Psicológica Clínica Teórica y Práctica 3(1), 45-59. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulocodigo=4815146


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