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Mentalización: ¿Qué es y cómo funciona?

Actualizado: 26 nov 2022

La Mentalización es un concepto psicológico que ha tomado gran relevancia y desarrollo durante los últimos 20 años. Sin embargo, según su principal exponente, el psicólogo británico Peter Fonagy, se trata de “La idea menos novedosa que se pueda imaginar”.


Con esta curiosa expresión, Fonagy nos quiere transmitir que la mentalización es algo que todos y todas conocemos y hacemos todo el tiempo, pero quizás no siendo conscientes de aquello. Entonces… ¿Qué es mentalizar?


Mentalizar es una forma de actividad mental imaginativa acerca de los otros y de uno/a mismo/a. Se trata de percibir e interpretar el comportamiento humano en términos de estados mentales intencionales (necesidades, deseos, sentimientos, creencias, objetivos, propósitos y razones).




Por ejemplo, supongamos que caminando por la calle observamos a un niño solo, sin adultos cercanos que se vean atentos a él, con lágrimas en sus ojos y mejillas, mirando hacia todos lados, con sus manos apretadas, de pie en un lugar fijo… ¿puedes imaginar la escena? ¿Qué podrías imaginar le ha ocurrido a ese niño?


Quizás muchos/as lectores habrán imaginado que se trata de un niño que se ha perdido de la compañía de su padre o madre y que por esta razón está asustado, triste y buscando con angustia a su figura de cuidado. Toda esta teoría de lo que le ocurre al niño, es resultado de un proceso de mentalización que ocurre en fracciones de segundos y que probablemente nos llevará a reaccionar de manera apropiada, intentando cuidar y ayudar a este pequeño en problemas. Así, la mentalización nos permite hacer sentido del comportamiento de uno/a mismo/a y de los demás, interpretando estados mentales en base a las conductas observables.

Es importante señalar que la mentalización no es una capacidad únicamente cognitiva, pues integra procesos cognitivos y emocionales. Los vínculos humanos representan un escenario en el que se comparte que “corazón y mente” de cada uno de sus protagonistas, participa del “corazón y mente” de los otros. En el ejemplo anterior, junto con imaginar qué le podría estar pasando a este pequeño, probablemente sentiremos compasión y preocupación por su bienestar, afectos que nos llevarán a actuar y acudir en su apoyo y cuidado hasta que aparezca su cuidador/a.


Asimismo, la mentalización es una actividad mental muy sensible a estados emocionales intensos como rabia, angustia, euforia, entre otros. Quizás usted pueda recordar algún momento donde se sintió muy enfadado con algún ser querido y dijo cosas que posteriormente se arrepiente de haber dicho… Este es un ejemplo de cómo la rabia interfiere la capacidad de mentalizar, en este caso, anticipar que mis palabras pueden generar un daño importante en la otra persona a quien quiero. Cuando la emoción pierde intensidad, puede evaluar el daño provocado y entonces quizás, sentirá deseos de pedir disculpas.


La mentalización es en su mayor parte una actividad preconsciente e imaginativa. Es muy importante tener en cuenta que mentalizar es imaginar, es decir, es un ejercicio de suposición, de inferencia, nos presenta posibles interpretaciones de lo que ocurre con los demás o con nosotros mismos y, por lo tanto, carece de certeza absoluta. Esto es lo que se denomina “opacidad de los estados mentales”, en palabras simples, puedo imaginar lo que pasa por la mente de otro/a, pero nunca puedo saberlo con certeza.

La mentalización se desarrolla en el seno de la relación de apego entre el/la bebé y su figura primaria de cuidados, quien al ser sensible a sus necesidades y responder a ellas de forma oportuna, influirá notablemente en el desarrollo saludable (o patológico) de la capacidad de mentalizar. En este sentido, es posible identificar fases o modos en el desarrollo de la mentalización en el ser humano, los que llamaremos Modos Pre-Mentalizadores, los cuales se irán integrando durante el desarrollo, alcanzando el Modo Mentalizado.


Sin embargo, existen ciertas situaciones generalmente asociadas a la interferencia temporal de estados afectivos intensos y/o dificultades más estables en el desarrollo de la mentalización, donde las personas podemos "retornar" a modos pre-mentalizadores, lo que generalmente estará asociado a dificultades en la comprensión de nuestra propia mente o la de los demás, implicando, por ejemplo, serias dificultades en las relaciones interpersonales. Conozcamos un poco de estos modos pre-mentalizadores:


1. Modo de Equivalencia psíquica: en este modo la persona presenta dificultades para distinguir los límites de su mundo mental interno con la realidad exterior. Es decir, piensa que lo que existe en la mente debe existir en el mundo externo (y viceversa). Esto puede ser muy complejo ya que no hay lugar para perspectivas distintas ni para diferenciación entre las mentes. Por ejemplo, una persona puede escribirle un Whatsapp a su pareja, esta no le responde dentro del tiempo que estima "adecuado", mentaliza a su pareja como alguien que no está interesado en comunicarse con él/ella y se enoja intensamente. Quizás su pareja se encontraba ocupado/a durante el tiempo que no respondió o quizás su celular quedó sin batería, sin embargo, estas opciones no son consideradas por la persona quien se asegura a sí misma que fue por falta de interés o cariño hacia él/ella. Así, la inferencia inicial de la persona ("a él/ella no le importo y por eso no me responde") se transforma en la realidad absoluta de lo que ocurrió.


2. Modo “hacer de cuenta” o pseudomentalización: Estado mental desacoplado de la realidad. Se supone que lo que pienso no tiene implicancias en el mundo exterior. La persona puede elaborar una compleja teoría de lo que ocurre en su mente o en la de otra persona, sin embargo, nada de eso implica cambios en sus conductas o actitudes para relacionarse con los demás. Es muy común observar este modo en personas que hacen complejas reflexiones sobre sus conductas, incluso reconociendo posibles equivocaciones, sin embargo, nada de esto se traduce en cambios reales y concretos en la realidad externa o en sus relaciones.


3. Modo teleológico: Es un modo orientado a la acción. Las necesidades y emociones se expresan en la acción. Para la persona que opera en este modo, sólo cuentan las acciones y sus efectos tangibles, no las palabras. Las acciones ajenas son entendidas en términos de restricciones físicas y de objetivos observables, más que en términos de estados mentales. Por ejemplo, imaginemos una conversación entre dos personas que están genuinamente interesadas una por la otra, sin embargo, en un momento una de ellas mira su reloj. En un modo teleológico, su contraparte puede inferir que el hecho de haber mirado el reloj implica una falta de interés y quizás un aburrimiento de lo que está contando, lo que hace instantáneamente cambiar su actitud y cerrarse al diálogo. Notando este cambio de actitud, la persona que miró su reloj puede esforzarse varios minutos en aclarar que sí está interesado en lo que hablaban y que solo miró su reloj porque tiene un compromiso importante en una hora más, sin embargo, nada de lo que diga hará efecto, ya que el hecho de haber mirado el reloj, esa simple conducta, tiene mucho más valor que sus palabras para alguien operando en modo teleológico.

Como vemos, estos modos pre-mentalizadores pueden dar paso a dificultades en la comunicación, malos entendidos e incluso discusiones o quiebres en los vínculos establecidos con los demás. Muchas personas tendrán la capacidad de darse cuenta de estas "equivocaciones" en su mentalización, sin embargo, existe un importante grupo de personas que no cuestionarán sus interpretaciones y actuarán en convencimiento que aquello que imaginan, es sin lugar a dudas lo que ocurrió.


Entonces, en un modo mentalizado (mentalización saludable), la persona imaginará los estados mentales de otros/as considerando que:

  • Las acciones son entendidas en conjunción con los estados mentales (a diferencia del modo teleológico).

  • Dichos estados no tienen una excesiva realidad (como en la equivalencia psíquica).

  • Tampoco un carácter de irrealidad (como en el modo “hacer de cuenta")

  • Representan una perspectiva (entre otras) sobre la realidad mental (propia o ajena), un punto de vista parcial, falible y modificable.

Para finalizar con esta introducción al concepto de Mentalización, es relevante señalar que si bien las bases del funcionamiento de esta habilidad se desarrolla durante la infancia, a lo largo de todo el ciclo vital es posible continuar su desarrollo y capacidad de adaptación, algo que es sumamente relevante al comprender la profunda relevancia que esta habilidad tiene para las personas, tanto al nivel de comprensión que alcanzamos de nosotros/as mismos/as, como en la calidad y seguridad de las relaciones interpersonales que generamos.


En los últimos 20 años existe amplia evidencia científica que posiciona a los modelos de intervención basados en la mentalización como enfoques de alta eficacia y éxito terapéutico en el tratamiento de varias dificultades de salud mental, siendo aplicados en psicoterapia individual, de parejas, intervención con familias y grupos, equipos profesionales en crisis, prevención de violencia en escuelas, trastornos de personalidad, trastornos por consumo de sustancias, entre otras dificultades de salud mental.








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