La depresión infantil ha existido siempre, sin embargo, no se asumió como entidad clínica hasta la década de los años setenta en Estados Unidos (Diez, 2003). Esta tiene un incremento de incidencia luego de la pubertad y tiene múltiples manifestaciones sintomatológicas, siendo tanto la conducta como la causalidad variadas (Guzmán, 2011).
En niños, niñas y adolescentes, la depresión puede tener distintas manifestaciones anímicas, conductuales, cognitivas y fisiológicas, tales como: alteraciones del sueño, apetito y peso, auto desvalorización inapropiada que se presenta con pensamientos de autoreproche y culpa, aislamiento social, hiperactividad o falta de energía, disforia (por ejemplo, tristeza (estado de ánimo depresivo), ansiedad, irritabilidad o inquietud), quejas somáticas (por ejemplo, dolores de cabeza o estómago constantes), pérdida de la capacidad de disfrute o interés y en algunos casos ideación suicida (Guzmán, 2011). Es importante evaluar cómo el niño, niña o adolescente se relaciona con su entorno, si hay factores que pudiesen generar estrés, si hay antecedentes familiares de trastornos afectivos y si el estado de ánimo se observa de manera persistente, con un mínimo de presencia durante dos semanas.
En relación a las cifras de depresión infantil en Chile se tiene que aún no existe un panorama general para poder entender su impacto en esta población, esto ya que la mayoría de los estudios consideran sólo la población mayor de 15 años. A este incierto panorama nacional se suman ideas equivocadas asociadas al tratamiento, al respecto, Sanz y García- Vera (2020), señalan las 5 más comunes y las desmitifican:
1) La psicoterapia no cura la depresión infantil: La evidencia expone la eficacia de las terapias cognitivo conductual y de activación conductual, siendo para los adolescentes eficaz la terapia interpersonal.
2) La psicoterapia es menos eficaz que la medicación antidepresiva en la depresión infanto juvenil: La literatura científica actual demuestra que esta afirmación es falsa, señalando que las terapias psicológicas no son menos eficaces que la medicación antidepresiva e incluso cuestiona la eficacia de la mayoría de la medicación antidepresiva en la depresión infantil y adolescente. En una revisión extensa de la información disponible, se tiene que: a) salvo la fluoxetina para la depresión adolescente, ningún ISRS ni ningún antidepresivo tricíclico o atípico han demostrado su eficacia para la depresión infantojuvenil, b) que no existen actualmente datos que permitan afirmar que la fluoxetina, o cualquier otro fármaco antidepresivo, sea más eficaz que la psicoterapia para la depresión infantojuvenil y c) que existen algunos indicios de que la fluoxetina, y posiblemente algún otro ISRS, muestran más efectos adversos que la psicoterapia, en particular una mayor presencia de conductas e ideación suicidas (Cox et al. 2014, García- Vera & Sanz, 2016 en Sanz & García- Vera, 2020).
3) La psicoterapia es eficaz en la depresión infanto juvenil leve, pero no en la moderada o grave: Zhov (2015) realizó una investigación que contempló la participación de 2361 niños y niños en 52 ensayos clínicos. Exponiendo que para los distintos tipos de casos la eficacia de la terapia cognitivo conductual e interpersonal son significativamente más beneficiosas.
En el caso de la terapia cognitivo-conductual la evidencia científica expone que esta terapia en adultos es igual de eficaz para la depresión grave que los fármacos antidepresivos, sin embargo, para el caso de la depresión infantojuvenil no hay estudios suficientes que comparen directamente la eficacia de un tratamiento por sobre el otro.
4) El tratamiento de la depresión infantojuvenil es largo: Se tiene que el Trastorno de depresión mayor en niños y adolescentes presenta altos indices de recaídas y recurrencias, al respecto entre un 34% y el 75% de los niños y adolescentes que han tenido un primer episodio depresivo mayor sufrirán otro episodio en los próximos cinco años.
La evidencia ha mostrado el impacto positivo de la psicoterapia breve, esta contempla entre 3 y 4 meses, en un total de 12 sesiones. Mientras que se encuentran estudios que señalan que en adolescentes y niños con depresión, el añadir entre 8 y 11 sesiones de terapia cognitivo conductual al tratamiento farmacológico continuado mejoraba la prevención de recaídas. Por lo que, se tienen tratamientos que consideran una base de 11- 12 sesiones, más 8 a 11 de refuerzo adicionales para prevenir recaídas, alcanzando 22 sesiones.
En relación a la farmacoterapia, la continuación de la medicación antidepresiva tras la remisión del episodio durante al menos 9- 12 meses con mínimo 6 meses, disminuye recaídas.
5) La depresión infanto juvenil es una enfermedad mental: El concepto de enfermedad implica que la causa principal de un determinado problema de salud es la existencia de una alteración estructural o funcional del organismo, pero dicha alteración biológica causal todavía no se ha encontrado en la depresión. Al respecto, hay más investigaciones que señalan el papel de ciertos factores psicológicos y psicosociales en el desarrollo de la depresión infanto juvenil, tales como un estilo atribucional depresivo. Por lo que, las hipótesis de neurotransmisores tales como la diferencia de serotonina, actividad noradrenergica o dopamina no son una explicación suficiente.
Comprender la depresión infantojuvenil desde el abandonar las ideas respecto a que un niño, niña o adolescente realiza ciertas conductas para llamar la atención o que el ánimo deprimido, las rabietas y el llanto pasaran, es considerar la importancia que tiene la salud mental para cada persona en el ciclo vital. Informarse del rol de la psicoterapia, los profesionales de salud mental y acudir a tiempo a realizar una consulta es de especial relevancia. Al constituirse la psicoterapia como un espacio adecuado de diagnóstico y tratamiento de un trastorno depresivo en un niño, niña, adolescente se mejora su calidad de vida, se protege su salud mental y se beneficia en la prevención de manifestaciones depresivas en la vida adulta (Loubat, Aburto & Vega, 2008).
Referencias:
Diez, M.A. (2003). Análisis bibliométrico sobre depresión infantil en España. Revista Internacional de Psicología Clínica y de la Salud/ International Journal of Clinical and Health Psychology, 2003, Vol. 3, Nº 1, pp. 645-653
Loubat O, Margarita, Aburto M, María Elena, & Vega A, Marcela. (2008). Aproximación a la Depresión Infantil por Parte de Psicólogos que Trabajan en COSAM de la Región Metropolitana. Terapia psicológica, 26(2), 189-197. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-48082008000200005
La depresión en niños y adolescentes en Chile. Apuntes para una psicoterapia de la depresión infantil desde el enfoque constructivista- evolutivo. Guzmán, F., Mardones, R & Romero, M. (2011).
Sanz, Jesús, & García-Vera, María Paz. (2020). Las ideas equivocadas sobre la depresión infantil y adolescente y su tratamiento. Clínica y Salud, 31(1), 55-65. Epub 17 de febrero de 2020. https://dx.doi.org/10.5093/clysa2020a4
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