Vivimos a nivel mundial la Era del Envejecimiento Poblacional. La cantidad de personas mayores aumenta exponencialmente en todas las sociedades y particularmente Chile presenta las tasas más altas de envejecimiento en la región. Esta potente realidad viene acompañada de distintos fenómenos socioculturales. Entre ellos destaca la existencia de abundantes representaciones sociales negativas (prejuicios) que afectan significativamente la calidad de vida de las personas mayores, generando conductas de discriminación y maltrato en su contra. Este conjunto de creencias negativas y conductas asociadas es lo que la OMS ha definido como “Edadismo” (Ageism) o Discriminación por Edad y constituye una problemática sociosanitaria pública que debe ser abordada en todos los niveles de organización social (Estado, Familia, Individuos/as).
Parte de estos prejuicios hacia las personas mayores se relacionan con aspectos de salud y particularmente en el caso de la Depresión, el problema se agudiza bastante. La Depresión es una enfermedad mental muy estigmatizada, asociada a ideas incorrectas como debilidad, locura, llamado de atención, entre otros estigmas, que afectan de forma importante su reconocimiento como problema de salud, así como pedir ayuda especializada.
Algunos mitos comunes sobre la depresión en personas mayores encontrados con frecuencia en la práctica clínica son:
Es normal que se depriman
Lo que buscan es socializar y ser escuchados/as
Se deprimen más que otros grupos etarios
Son más resistentes al tratamiento
Solo requieren algo de apoyo mientras hacen balance de su pasado
Es el primer indicio de que viene una Demencia
La terapia psicológica no es efectiva a esta edad, es mejor usar fármacos
Resulta interesante contrastar estos estigmas con la realidad epidemiológica conocida actualmente:
10% a 20% es la prevalencia de síntomas depresivos en personas mayores, con disminución de brecha entre hombres y mujeres
Solo 6% es la prevalencia de Depresión Mayor en personas mayores
40% de las depresiones en personas mayores nunca serán diagnosticadas
Como se aprecia, estas cifras están lejos de ser la realidad que los estigmas y prejuicios sobre la salud de las personas mayores intentan reflejar, lo que nos demuestra la naturaleza inexacta de estas creencias negativas. Sin embargo, al ser parte del imaginario social, conllevan consecuencias graves en el acceso a servicios de salud y la posibilidad de recibir tratamientos especializados y eficaces.
La Depresión en personas mayores genera consecuencias relevantes como complicaciones en la evolución de otras enfermedades médicas, enlentece los procesos de rehabilitación y es factor de riesgo que aumenta la probabilidad de aislamiento social, dependencia funcional y suicidio. Su aparición y desarrollo se comprende desde un modelo multifactorial que incluye cuatro grandes componentes:
Envejecimiento neurofisiológico: alteraciones y deterioro natural por envejecimiento en las estructuras y funciones del sistema nervioso encargadas de mantener la estabilidad del ánimo.
Riesgo psicosocial: los prejuicios negativos sobre la vejez, la jubilación y empobrecimiento, disminución de roles sociales, exclusión de espacios de participación social, institucionalización o desarraigo de la casa o barrio de toda la vida, son algunos hechos frecuentes que aumenta la posibilidad de desarrollar Depresión.
Autoconcepto: los prejuicios y estigmas contra la vejez también inciden en la forma que la propia persona mayor se percibe a sí misma, afectando gravemente su autoestima y generando mayor vulnerabilidad de desarrollar Depresión.
Pérdidas y duelos: las muertes frecuentes de familiares y amistades generan duelos consecutivos que desafían la integridad emocional. Además, enfrentan otros tipos de pérdidas como roles sociales valiosos, trabajo, salud, agilidad física y mental, entre otras, que forman un cúmulo de experiencias que posibilitan un mayor riesgo de desarrollo de enfermedad depresiva.
En base a todo lo anterior, es muy relevante estar atentos y atentas al posible desarrollo de una Depresión. Sin embargo, observamos que esta enfermedad tiene una presentación particular en personas mayores, con síntomas y señales clave que deben despertar de inmediato una señal de alerta para consultar con un especialista:
Quejas y dolores corporales frecuentes cuya causa no aparece en exámenes físicos médicos
Disminución importante de la actividad
Aumento del aislamiento social
Ideas recurrentes y persistentes sobre la muerte propia
Síntomas cognitivos (enlentecimiento del pensamiento, baja de concentración, baja de memoria, lenguaje incoherente, etc.)
Lamentablemente muchos de estos indicadores suelen confundirse con envejecimiento normal a causa de los prejuicios y estigmas comentados al inicio del artículo, lo que genera la falta de diagnóstico y falta de tratamientos. El resto de los síntomas depresivos más clásicos podrían o no estar presentes. Para una revisión de estos, recomiendo el artículo de Ps. Tania Velásquez: https://www.verdan.cl/post/tristeza-y-depresi%C3%B3n-c%C3%B3mo-saber-cu%C3%A1ndo-recurrir-a-un-a-profesional
Invitamos a todas las personas mayores y familiares que se hayan sentido identificados/as con algunas de estas señales de alerta, a consultar cuanto antes con nuestro equipo de salud mental especializado:
Referencias
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