Epidemiología y toxicología
La marihuana es la droga que más se consume a nivel mundial, es un producto natural derivado de la planta Cannabis Sativa que tiene cerca de 450 componentes activos. El principal componente psicoactivo es el tetrahidrocannabinol (delta-9-THC), el cual está incluido en los más de 64 compuestos clasificados como cannabinoides.
Sus efectos característicos, tanto físicos como cognitivos, se explican ya que se han identificado dos receptores cannabinoides endógenos (CB1 y CB2) localizados en el sistema nervioso central y en el sistema nervioso periférico, los cuales actúan en la actividad motora, aprendizaje, memoria y sistema inmunitario.
En torno al consumo en Chile, el Observatorio Nacional de Drogas afirma que existe una tendencia a la baja en el consumo de la sustancia en la población en general, pasando de un 12,7% en el año 2018 a un 11,4% en el año 2020.
Por otra parte, si bien se le atribuyen efectos terapéuticos al consumo de marihuana, es importante mencionar que el cannabis que circula en Chile ya no posee estas propiedades. Un estudio elaborado por el Observatorio Nacional de Drogas realizó un análisis de 490 muestras de cannabis incautada entre octubre del 2019 y abril del 2021 con el fin de detectar el nivel de concentración que presentan tres principales; delta-9-THC, el cannabidiol (CBD) y el cannabinol (CBN).
En el estudio se concluye que el cannabis que se cultiva de forma local y el que se comercializa no posee concentraciones de CBD (principal compuesto terapéutico), únicamente posee altas concentraciones del componente psicoactivo (delta-9-THC) y además puede contener CBN, sustancia de menor poder psicoactivo.
Efectos en la salud mental
Existen diversas creencias de que el consumo de marihuana es menos nocivo que el consumo de otras sustancias y pareciera que no hay claridad de los efectos reales sobre la salud mental, pero ¿qué dice la evidencia al respecto?
1. Trastornos de ansiedad y trastornos del ánimo
No hay consenso respecto de que el abuso de delta-9-THC por sí solo pueda generar trastornos de ansiedad o trastornos del ánimo, sin embargo, algunos estudios sugieren un ligero aumento del riesgo a un primer episodio depresivo mayor y un incremento más significativo del riesgo a sufrir un trastorno bipolar por uso semanal y casi a diario del compuesto.
Respecto de los episodios depresivos, en algunos estudios se sugiere que el trastorno por consumo de cannabis puede incrementar el riesgo en los cuadros de depresión debido a que se detecta una mayor falta de interés, ideación suicida e intentos de suicidio entre los consumidores de cannabis, por lo que se considera que es un factor de riesgo.
Referente al trastorno bipolar, el consumo de cannabis es prevalente y está descrita la inducción de fases maníacas, además, puede favorecer la aparición de síntomas psicóticos en estos cuadros y aumentar el número de recaídas.
2. Síndrome amotivacional
Debido a que el delta-9-THC se considera una sustancia principalmente depresora del sistema nervioso central, es esperable que su consumo crónico pueda generar estados apáticos que forma parte de un cuadro más amplio denominado ‘síndrome amotivacional’.
Este cuadro se caracteriza por la presencia de apatía, falta de motivación, desinterés por el trabajo o los estudios, abandono del cuidado personal, incapacidad para desarrollar planes futuros, empobrecimiento afectivo, inhibición sexual, entre otros. Además, se presenta con alteraciones psicomotoras como la disminución de los reflejos, parquedad de movimientos y lentitud de desplazamientos.
Las consecuencia del cuadro constan de una falta de voluntad propia, el descenso del rendimiento académico, laboral o deportivo, deterioro de las habilidades comunicativas y retraimiento social. Si bien la atribución causal del síndrome se debe seguir estudiando, se ha observado la remisión de éste posterior al cese del consumo.
3. Deterioro cognitivo
El consumo agudo y prolongado, probablemente mayor a 15 años, puede producir déficit neuropsicológicos persistentes y su inicio temprano se asocia a una mayor probabilidad de daño en el desarrollo cerebral. Se destacan las alteraciones en el rendimiento en tareas demandantes que requieren atención y concentración, la memoria, las funciones como la inhibición y la toma de decisiones y el rendimiento psicomotor.
Por otra parte, hay discrepancias respecto a la severidad de los cambios y la reversibilidad de éstos, pero se considera que a mayor tiempo y cantidad de consumo, se presentan más alteraciones.
4. Psicosis
Sin duda el efecto más nocivo es el riesgo de desarrollar psicosis prolongadas en relación con el consumo de cannabis. La bibliografía y los estudios retrospectivos apuntan a que el consumo de cannabis puede incrementar la probabilidad de desarrollo de un episodio psicótico transitorio y acelerar la aparición de la esquizofrenia entre las personas con una vulnerabilidad genética a la psicosis, sobre todo con el consumo de inicio precoz y de altas dosis. Cabe señalar que el consumo durante la adolescencia puede alterar el desarrollo cerebral y favorecer el inicio posterior de un cuadro psicótico.
Por otra parte, los estudios indican que entre los pacientes con esquizofrenia dicho consumo favorece el incumplimiento del tratamiento y empeora el pronóstico ocasionando más recaídas psicóticas.
Asimismo, existen resultados obtenidos de un seguimiento de 10 años con estos pacientes que demuestran que el consumo de cannabis después del inicio de la esquizofrenia se asocia con síntomas psicóticos más graves.
En el caso de la intoxicación aguda por cannabis, éste puede inducir síntomas psicóticos transitorios los cuales habitualmente desaparecen a medida que el delta-9-THC se elimina del organismo.
5. Efectos sobre el sueño
El cannabis induce el sueño, pero altera el patrón de sueño-vigilia, además, puede aparecer un efecto negativo en la cantidad de sueño REM tras la interrupción brusca de consumos elevados.
¿Cuánto es mucho?
Concluyendo, el consumo problemático de cannabis genera un deterioro en las principales áreas de funcionamiento de las personas y existen evidencias que apuntan a un daño neuropsicológico. Además, está constatada la potencialidad del cannabis como un gatillante de psicosis y síntomas psicóticos como los delirios y alucinaciones en personas de riesgo.
La distinción entre un consumo de cannabis no problemático y el trastorno por consumo de cannabis es difícil de hacer debido a los problemas sociales, de comportamiento o psicológicos que pueden atribuirse a la sustancia. Como se mencionó anteriormente, la marihuana es la droga que más se consume a nivel mundial, por lo que es posible afirmar que existe una tolerancia social a esta sustancia en comparación con otros estupefacientes.
Además, es frecuente que las personas que son derivadas a tratamiento psicológico por terceros (liceos, familiares, jefaturas, sistema judicial penal), nieguen un consumo intenso de cannabis o que no exista problematización en torno a este. Sin embargo, es posible afirmar algunos factores de riesgo que se relacionan con el desarrollo de un trastorno por consumo de cannabis:
Antecedentes de trastornos de la conducta en la infancia o adolescencia
Antecedentes familiares de consumo problemático
Consumo de tabaco u otras sustancias
Socialización callejera de inicio en la niñez y adolescencia
Grupo de pares de riesgo
Alta accesibilidad a la sustancia
Consumo de cannabis en situaciones de estrés
Consumo de cannabis para regular estados de ánimo depresivos
Consumo semanal o diario de cannabis
Referencias:
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