El embarazo y el nacimiento de un recién nacido genera grandes cambios y una diversidad de emociones dentro de un sistema familiar, produciendo distintas interacciones en la díada o triada de cuidado. Acá te informamos de algunas alteraciones anímicas que se pueden presentar:
Baby blues
También llamado maternity blues o melancolía posparto, es un síndrome transitorio que se puede presentar hasta en el 80% de las madres luego del parto. Este aparece entre los 2-4 días posteriores al parto y desaparece mediante un alivio espontáneo dentro de las dos a tres semanas siguientes al alumbramiento, sus síntomas son variados y comprende desde cambios de humor, ansiedad, tristeza, irritabilidad, sentirse abrumada, llanto, preocupación por el cuidado del bebé y desesperación por la dificultad en el manejo del recién nacido, hasta concentración reducida, problemas de apetito y problemas para dormir (Medina- Serdán, 2013). En relación a esto, es indispensable informar que el estado de tristeza postparto se debe primordialmente a los cambios hormonales, al duelo respecto al propio cuerpo, a los cambios familiares y sociales que enfrenta la madre.
Si los síntomas aumentan o no han desaparecido después de dos o tres semanas, interfiriendo en la capacidad de cuidar del recién nacido y realizar las actividades cotidianas, es importante recurrir a un profesional de la salud.
Depresión posparto:
Los principales síntomas de este padecimiento se corresponden a los de un trastorno/episodio depresivo, puntualizando en algunos más específicos. Este trastorno del ánimo tiene una prevalencia que a las 8 semanas asciende a 20,5% y entre los 2 y 3 meses post parto la sintomatología depresiva llega a un 41,3% (Rojas et al, 2015).
Medina- Serdán, (2013) señala poner atención a los siguientes síntomas:
Estado de ánimo deprimido
Tristeza o llanto persistentes
Disminución del interés o de la capacidad para disfrutar de casi todas las actividades •
Cambios en los patrones de alimentación y sueño (principalmente insomnio) •
Cansancio o fatiga crónica
Ansiedad que puede llegar hasta los ataques de pánico
Sentirse abrumada, indefensa e incapaz
Autodesvalorización y autorreproches, generalmente relacionados a su competencia como madre
Dificultad, reticencia o imposibilidad de buscar ayuda y apoyo para sí misma
Irritabilidad
Problemas de atención, concentración y memoria
Dificultad para vincularse con el bebé
Sentimientos de ambivalencia hacia el hijo
Sobreprotección del menor
Dificultades en la lactancia
Dificultad y/o imposibilidad de cuidar al recién nacido
Pensamientos obsesivos y conductas compulsivas, relacionados con el hijo (p. ej. revisarlo constantemente cuando está dormido para ver si respira) y con su cuidado (p. ej. lavar y desinfectar varias veces sus artículos)
Pensamientos negativos hacia el bebé, especialmente creer que lo puede dañar
Sentimientos de culpa
Pensamientos de dañarse a sí misma o al bebé
Pensamientos atemorizantes
Ideación suicida
En el posparto, las emociones negativas son vividas con culpa y significadas como ser una “mala madre”. La madre vivencia una relación negativa consigo misma y con su cuerpo, hay sensación de dificultad en el apego con el recién nacido, devaluación, despreocupación de la imagen corporal y en algunos casos malnutrición (Rojas et al, 2015). Son los significados asociados a ser una mala madre los cuales interfieren en la posibilidad de pedir ayuda, así como también las creencias negativas asociadas a la depresión posparto y la maternidad entre las que predominan el miedo al rechazo de sus familiares, miedo a que le quiten el bebé, vergüenza de reconocer el rechazo que sienten hacia el bebé, entre otras (Rojas et al, 2015)
Algunos de los factores de riesgo en el desarrollo de una depresión posparto, son tener un embarazo no deseado, falta de redes de apoyo, ser madre adolescente, tener bajo nivel socioeconómico, ser víctima de violencia de género y el desempleo, así como contar con antecedentes previos de un cuadro depresivo, antecedentes familiares de depresión o depresión durante el embarazo (Villegas, Paniagua & Vargas, 2019). En relación a los factores protectores, se tiene que el apoyo de la pareja y la familia extensa, el empleo materno y la cantidad de horas dedicadas a éste, más una red de apoyo en el cuidado de los niños son esenciales (Pérez & Santelices, 2016)
La presencia del padre impacta en las conductas de cada miembro, la diada madre e hijo y la calidad del intercambio emocional. Algunos padres atraviesan por sintomatología depresiva similar a la madre, siendo importante el historial de trastornos anímicos previos. La sintomatología depresiva impacta en el padre siendo menos sensibles en las interacciones a través del juego y la alimentación (Pérez & Santelices, 2016). En relación a esto, se aconseja que hable o realice una consulta con un profesional de la salud mental.
Es importante puntualizar que las madres tienden a presentar mayores niveles de sintomatología depresiva y estrés en relación a aspectos intrafamiliares y vinculares, mientras que los padres tienden a verse más afectados por la inestabilidad en la salud mental materna y la presencia de riesgos en el entorno (Pérez & Santelices, 2016).
Respecto a la intervención, la observación de la interacción madre-hijo y del bebé (Medina- Serdán, 2013), más la integración de la triada son herramientas muy valiosas para corroborar y complementar el diagnóstico .
Psicosis posparto
Medina- Serdán (2013) propone que las manifestaciones se inician generalmente de forma brusca entre el tercer y noveno día postparto, aunque puede iniciarse incluso hasta el sexto mes. Los síntomas suelen comenzar como insomnio o incapacidad para descansar, junto con irritabilidad, ansiedad e inestabilidad del estado de ánimo. Después de la fase inicial, generalmente de una semana, tiene lugar la fase aguda, en la que aparece propiamente la actividad delirante y alucinatoria, así como otros síntomas graves.
Fiedman, Resnick y Rosenthal (2009) señalan poner atención a los siguiente síntomas:
Fluctuaciones psicomotrices entre la agitación y estupor
Rápida variabilidad afectiva de gran euforia y ansiedad, hasta llegar al ánimo deprimido
Alteraciones en el pensamiento y en el lenguaje, con oscilaciones desde la verborrea hasta el mutismo
Perturbaciones en la percepción del tiempo
Afectaciones del sueño, principalmente insomnio
Falta de contacto con la realidad
Delirios y/o alucinaciones (comúnmente visuales y auditivas) (la madre puede pensar que el niño está muerto, que está poseído por un demonio y debería morir, o que es un salvador con una misión divina)
Hostilidad e irritabilidad
Conducta desordenada
Actos que pueden poner en riesgo la vida del hijo
Es esencial pedir información al equipo de salud que controla el embarazo y si sientes que estás atravesando por un trastorno anímico, no dudes en consultar con un profesional de la salud mental.
Referencias:
Fiedman, S., Resnick P. & Rosenthal, M. (2009). Postpartum psychosis: strategies to protect infant and mother from harm. Psychiatry. 2009; 8: 40-6.
Medina-Serdán, E. (2013). Diferencias entre la depresión postparto, la psicosis postparto y la tristeza postparto. Perinatología y reproducción humana, 27(3), 185-193
Pérez, F., Santelices A. (2016). Sintomatología depresiva, estrés parental y funcionamiento familiar. Revista Argentina de Clínica Psicológica, vol. XXV, núm. 3, noviembre, 2016, pp. 235-244
Rojas G., Santelices., Martínez P., Tomicic A., Reinel M., Olhaberry M. (2015). Barreras de acceso a tratamiento de la depresión posparto en Centros de Atención Primaria de la Región Metropolitana: un estudio cualitativo. Rev. méd. Chile. Recuperado de: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-98872015000400002&lng=es. http://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872015000400002.
Villegas, N., Paniagua, A. & Vargas, J. (2019) .Generalidades y diagnóstico de la depresión posparto. Revista Médica Sinergia . Vol.4 Num:7 , Julio 2019
Comentarios