La ansiedad es una respuesta común frente a situaciones que son interpretadas como amenazantes o estresantes, generando una sensación de nerviosismo y de preocupación. Cumple una función adaptativa y de supervivencia que permite que las personas sean más productivas y puedan afrontar las situaciones de amenaza o de estrés (Ortega, Sierra & Zubeidat, 2003).
El trastorno de ansiedad social se caracteriza por un temor intenso y persistente a una o más situaciones sociales en las cuales el individuo está expuesto a recibir una evaluación negativa y a ser juzgado por los otros (Ortega & Climent, 2004). Cuando los niveles de ansiedad frente a una situación son desproporcionados y generan malestar importante e interfieren en el diario vivir, es importante poder hacer una evaluación y un tratamiento adecuado.
De acuerdo a Barlow (2018), el proceso inicia cuando el individuo debe “salir a escena” en presencia de otros/as, ya sea en un discurso, en una interacción social o bien en cualquier otra situación en que la persona puede ser observada. Quienes tienen ansiedad social perciben que la audiencia es inherentemente crítica y que difícilmente podrá alcanzar los estándares esperados. Así, construyen una representación mental de cómo lo ven los demás. Esta representación mental de sí mismos incluye imágenes negativas y sobre todo distorsionadas en el que el sí mismo es visto desde la mirada del observador. Juzgan su conducta con mayor severidad y sobreestiman la visibilidad de su ansiedad en relación a las evaluaciones de los observadores objetivos. De esta manera, a nivel cognitivo, el individuo siente gran preocupación por las críticas y por las expectativas negativas sobre el propio ejercicio social (Ortega & Climent, 2004).
Al mismo tiempo, es usual que las situaciones sociales ambiguas sean interpretadas como amenazantes, lo que da paso a devaluar la propia actuación por medio de autoevaluaciones negativas. Así, las personas con ansiedad social, sienten miedo a comportarse de determinada manera o a hacer evidentes sus síntomas de ansiedad y que ello sea motivo de rechazo, humillación o vergüenza (López et al. 2013). A nivel fisiológico, se puede manifestar por medio de los siguientes síntomas: taquicardia, temblor, sudoración, rubor facial, mareos, dificultad para respirar, entre otros. Las creencias asociadas al criticismo por parte de los demás, motiva a los individuos con ansiedad social a mantener un estado de hipervigilancia hacia los otros y hacia la propia conducta; silencios largos, fruncir el ceño, bostezar, hacer comentarios “sin sentido”, pueden ser interpretados como desaprobación por parte de los otros (Barlow, 2018).
En general, las personas con ansiedad social se desenvuelven desde la multitarea; en específico, al mismo tiempo que focalizan la atención en las amenazas sociales externas, están pendientes de cómo son vistos por los demás, mientras que están involucradas en las demandas de la tarea social del momento. Al enfocarse en realizar esas tres tareas a la vez, el desempeño social se puede ver afectado y en efecto puede provocar una retroalimentación social negativa (Barlow, 2018).
Cuando esta condición se sostiene en el tiempo, previo a la experiencia de ansiedad problemática se pueden presentar pensamientos automáticos (negativos, distorsionados o irracionales). A esto se le conoce como ansiedad anticipatoria, generando un círculo en el que la ineficacia percibida en situaciones sociales, conlleva mayor temor anticipatorio aumentando los niveles de evitación (Schaefer & Rubí, 2015). Las predicciones negativas que hacen del evento social, dan lugar a síntomas cognitivos, conductuales y fisiológicos de ansiedad que terminan repercutiendo en la representación mental negativa de cómo la persona es vista por los demás, perpetuando así el ciclo de ansiedad (Barlow, 2018).
En ocasiones el malestar asociado al trastorno de ansiedad social suele minimizarse al considerar la timidez como una característica común en la población que no requiere intervenciones formales (psicoterapéutica y farmacológica). Sin embargo, la ansiedad social va mucho más allá que la timidez o la inhibición, ya que el proceso aparentemente simple de interactuar o establecer relaciones con otros/as provoca terror y se trata de evitar constantemente (Barlow, 2018). Muchos de ellos/as presentan una gama de temores sociales, incluyendo miedo a la interacción social (ej: tener una cita, unirse a una conversación, hacer una consulta, comprar en un negocio, ser asertivo/a), miedo al desempeño (ej: hablar en público, hacer una presentación en el trabajo o centro de estudio), y el miedo a la observación (ej: trabajar en equipo, salir a la calle, caminar por la calle, comer en público).
En síntesis, las consecuencias en la calidad de vida pueden ser muy complejas, causando malestar significativo y dificultades en el ámbito social, puesto que en ocasiones le puede impedir asistir al colegio, universidad, trabajo o realizar sus actividades diarias. Se asocia con tasas elevadas de abandono escolar, dificultad para conseguir y mantener el empleo, baja productividad laboral, obstáculos para mantener relaciones de amistad y entablar relaciones de pareja (Arias, 2016).
Al ser la ansiedad social muchas veces una condición incapacitante y con alta interferencia en la calidad de vida, es importante que tenga un detección temprana y sea tratado óptimamente por un profesional de la salud mental.
Referencias:
Arias, Y. (2016). Trastorno de ansiedad social (fobia social). Revista Medica Sinergia, 1(4), 20-24.
Barlow, D. (2018). Manual clínico de trastornos psicológicos: Tratamiento paso a paso. Manual Moderno.
López, L., Aragón, R. & Cruz, A. (2013). Escala de Ansiedad Social para Adolescentes: confiabilidad y validez en una muestra mexicana. Psicología Iberoamericana, 21(2), 72-84.
Ortega, J. & Climent, A. (2004). Intervención cognitivo-conductual en un caso de fobia social. Clinical and Health, 15(2), 177-214.
Ortega, V. Sierra, J. & Zubeidat, I. (2003). Ansiedad, angustia y estrés: tres conceptos a diferenciar. Revista mal-estar e subjetividade, 3(1), 10-59.
Schaefer, H. & Rubí, P. (2015). Abordaje narrativo y estratégico en el trastorno por ansiedad social. Revista chilena de neuro-psiquiatría, 53(1), 35-43.