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Adultocentrismo vs Parentalidad Positiva.

Si bien la parentalidad puede traer muchas satisfacciones y buenos momentos, también existen situaciones tensas que pueden generan frustración y sufrimiento. Sin duda, es una tarea complicada donde no existe un manual que exponga cómo ser un padre o madre perfecta/o, sin embargo, podemos estar de acuerdo con que toda madre o padre siempre querrá lo mejor para sus hijas/os. Por lo anterior, sería de gran utilidad prestar atención a conceptos como adultocentrismo y parentalidad positiva. El primero es una visión hegemónica y asimétrica insatisfactoria para los niños, niñas y adolescentes (NNA) y el segundo expone formas y ejercicios de parentalización que son esenciales para un desarrollo infanto-juvenil saludable.


¿Qué es el adultocentrismo?

Es una serie de normas y prácticas de exclusión basadas en diferencias generacionales. Este se expresa a través de la subordinación de las personas jóvenes, definiéndolos siempre como sujetos deficitarios de razón, de madurez (cognitivo-evolutivo), de responsabilidad y/o seriedad. La crítica al Adultocentrismo no pretende desvalorizar al mundo adulto, sino cuestionar la imposibilidad que tienen nuestras prácticas sociales para valorar a la juventud desde los propios parámetros que ella construye.


La visión de los jóvenes


Desde los/as jóvenes, existe una visión negativa del adultocentrismo, atribuyéndole sensaciones de desagrado, sintiéndose limitados/as, experimentan sensaciones negativas asociadas al fracaso, se sienten reprimidos, pasados a llevar y que los adultos no los respetan, en el sentido de un respeto unidireccional (desde el joven al adulto) y no recíproco. Esta visión negativa es consecuencia de una sociedad adultocéntrica que anula a los NNA como sujetos sociales con derecho.





Parentalidad Positiva


Por otro lado, la parentalidad positiva se refiere al comportamiento de los padres/madres sustentado en el interés superior del niño, reconociendo que la principal responsabilidad es educar interviniendo, guiando, orientando, influyendo y posibilitando la potenciación de su desarrollo y madurez.

Hasta mediados de la década del 70, el/la NNA era visto como alguien que debía cumplir con su educación, ser obediente, dependiente y servil. Muchos de ellos han sido educados en el respeto incondicional a los adultos, la obediencia irrestricta, donde la última palabra la tienen los mayores, no cuestionando las decisiones tomadas por los padres. Hoy la forma de relacionarse entre padres e hijos claramente es otra y existen lineamientos de ejercicio como la parentalidad positiva, que indica que un padre/madre positiva es el/la que atiende, potencia, guía y reconoce a sus hijos como personas con pleno derecho.


Algunos aspectos importantes de la parentalidad positiva son:

  • Vínculos afectivos cálidos: generan aceptación y sentimientos positivos.

  • Entorno estructurado: aporta orientación para el aprendizaje de normas y valores.

  • Estimulación y apoyo: logra desarrollar sus capacidades

  • Reconocimiento: De sus relaciones, actividades y experiencias, del valor que ellos tienen, sobre sus preocupaciones y necesidades, tener en cuenta sus puntos de vista.

  • Capacitación: Apunta a potenciar el valor de los hijos e hijas, a que se sientan competentes, capaces de producir cambios e influir con su opinión o accionar a los demás.

  • Educación sin violencia: Descartar toda forma de castigo físico o psicológico. Eliminando la posibilidad de que imiten modelos de interacción inadecuados. Elogiar su buen comportamiento, y ante su mal comportamiento reaccionar con una explicación y, si es necesario, con una sanción que no los violente (ni física, ni emocionalmente), como imponerles un “tiempo de reflexión”, reparar los daños, reducir su dinero para gastos personales, etc.


Es fundamental que padres y madres adopten protagonismo en cuanto a la crianza de sus hijos, de esta forma, educarán y sabrán qué están aprendiendo sus hijos/as en cuanto a, por ejemplo, la construcción de normas y valores familiares. Se trata, finalmente, de crear espacios de escucha, de validar la experiencia de los NNA y que sean capaces de expresar su opinión, en vez de sólo considerarlos en función de los adultos que se convertirán. De esta forma, los padres y madres pueden ejercer su autoridad de manera responsable, ayudando y potenciando a sus hijos/as.


Referencias

Capano, A., & Ubach, A. (2013). Estilos parentales, parentalidad positiva y formación de padres. Ciencias Psicológicas, 7(1), 83-95.

Norambuena, N. (2016). El adultocentrismo presente en las dinámicas de poder al interior de la familia (Licenciatura). Universidad Alberto Hurtado.

Vásquez, J. (2013). Adultocentrismo y juventud: Aproximaciones foucaulteanas. Sophia, Colección De Filosofía De La Educación, 15, 217-234.

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